Oppenheimer incluye la primera escena de sexo de Christopher Nolan (y es justo lo que esperarías del director)

¡CUIDADO! Encontrarás spoilers moderados de Oppenheimer.

“Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Como cuando esperas a que en una película suene la frase en la que se dice el título de la misma, ésta es la cita más importante de Oppenheimer, de Christopher Nolan. A menudo atribuida a J. Robert Oppenheimer tras el éxito de la primera prueba de la bomba atómica, uno confía en que tenga un impacto simbólico comparable a una explosión de 100 toneladas de plutonio. ¿Lo dirá cuando caiga la bomba? ¿Cuando finalice la prueba? ¿Una vez que la enormidad de lo que ha creado se haga presente? No. En la narración de Nolan sobre la vida de Oppenheimer, lo dice teniendo sexo.

En la película, al igual que en la vida real, a Oppenheimer, interpretado por Cillian Murphy, se le presenta como un mujeriego. En sus primeros años, mucho antes de que la bomba atómica fuera siquiera un destello en su mente, era profesor en Berkeley y estaba muy interesado en el comunismo. En una escena en la que asiste a una fiesta celebrada por notables comunistas de la zona, conoce a Jean Tatlock (Florence Pugh), una psicóloga que más tarde se convertirá en su amante. Flirtean, probablemente de la forma más tonta posible, intercambiando bromas sobre el margen de maniobra que tienen para seguir la línea del partido (guiño guiño, codazo codazo), antes de un contundente corte tras el que se les ve teniendo sexo.

Cillian Murphy y Florence Pugh en Oppenheimer

Oppenheimer es la primera película de Nolan que incluye una escena de sexo. Nolan ha sido sorprendentemente casto en su carrera, y también se ha ganado una reputación digna de meme por cómo aborda las relaciones entre hombres y mujeres. A menudo, las mujeres están muertas y los hombres sufren por ello. Esencialmente, Nolan es el rey del tropo de la esposa muerta. Así que cuando se anunció que Oppenheimer no sólo tendría una escena de sexo, sino que sería explícita y contendría desnudos, los oídos se aguzaron. ¿Cómo sería una escena de sexo dirigida por Nolan? Bueno, en cierto modo, Nolan se ha superado a sí mismo de una forma extraña y perfecta.

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El encuentro entre Oppenheimer y Tatlock es refrescante en su vulnerabilidad. Pugh está desnuda de cintura para arriba, y si piensas que Murphy también participará en esa desnudez, no te emociones demasiado. En medio de la escena, Tatlock se detiene y se aparta de Oppenheimer con cara de desinterés y aburrimiento. Se acerca a una estantería y se maravilla con los diferentes idiomas que Oppy parece ser capaz de leer antes de sacar un libro en sánscrito: el Bhagavad-Gita, una de las escrituras sagradas del hinduismo. Aún desnudos, Tatlock se acerca a Oppenheimer y le pide que se lo lea. Él comienza a describir el texto, pero ella le pide que lo lea tal y como está escrito. Es aquí cuando dice la famosa cita, “Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos“, mientras Tatlock lo agarra y lo introduce de nuevo en su interior.

Una elección divertidísima, sinceramente. Hay algo delicioso en esa decisión de Nolan de canalizar el complejo de Dios de su personaje a través de una escena de sexo. También es muy del estilo Nolan que parezca que todo en una relación es solemne, incluso un momento de cama. Por supuesto, la semilla de la tragedia del romance entre Tatlock y Oppy se siembra en ese momento, ya que ese minuto de intimidad esculpe sus respectivos defectos: él con su ego y ella tomando las riendas emocionales de forma algo manipuladora. Sin embargo, a pesar de lo extraño de la escena, hay algo profundamente erótico en ella. Trata de dos nerds que se ponen cachondísimos por su respectiva inteligencia, hasta el punto de que la única forma en que Tatlock puede excitarse (presumiblemente) es escuchar a un hombre hablar en una lengua antigua. Que estos dos bichos raros se hayan encontrado el uno al otro es una maravilla en sí mismo.

Este artículo se ha publicado originalmente en British GQ.